Otro de nuestros juegos favoritos era en un montón de fiemo y colocar un madero, cuanto más largo mejor, y hacer lo que llamábamos un columpio. Montábamos en él dos equipos más o menos equilibrados de peso y subíamos y bajábamos impulsados cuando nuestros pies llegaban al suelo. Solo que se le ocurrió a alguien el tirarse todos de golpe cuando estaban en el suelo, resultando que en el lado que se tiraron solo quedo José Luis Meseguer y en el otro lado todos los chicos bajaron de golpe saliendo por los aires José Luis y cayendo al suelo se partió el brazo. Creo que pocas veces más jugamos a esto.
La forma de elegir dos equipos la solucionábamos de esta manera, dos echaban pies, que era empezar a contar desde una distancia con los pies uno detrás de otro uno cada vez. Cuando se llegaban a juntar decía el que montaba en el pie de otro ¡monta y cabe! Y si no cabía el pie al cruzado vuelta a empezar, hasta que cabía y este empezaba a elegir y así una vez cada uno.
Desde luego jugábamos en las eras y las porterías las hacíamos con dos piedra, era increíble cómo nos podíamos entender sin arbitro para decir ha sido poste, sin que el balón tocara la piedra o ha sido alta, ha sido falta, con la de follones que se montan ahora, incluso con el VAR.
En cuaresma íbamos, los viernes por la tarde a rezar el Viacrucis. Eso era bueno para nosotros pues pasamos la tarde al aire libre, y como sobraba tiempo hasta las cinco nos llevaban por las eras. De aquello recuerdo de hacer ya bastante calor y los cebollinos abundaban por las eras, hacíamos dos equipos e íbamos arrancando los cebollinos y después emprendernos con ellos en una gran batalla.
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