Urrea de Gaén abre su cárcel, plagada de grafitis desde hace casi 400 años
VÍDEO Y FOTOGALERÍA. La investigación queda recogida en un libro editado por el IET. Ya se pueden concertar visitas y el siguiente paso del Ayuntamiento será valorizar su casco urbano morisco
Las paredes de la cárcel de Urrea de Gaén llevan hablando desde, al menos, el siglo XVII, pero no ha sido hasta ahora cuando alguien se ha ocupado de traducir los dibujos, grabados e inscripciones que se amontonan en ellas. La cárcel está en la misma plaza de España, en la pendiente conocida como Costerica y zona de paso frecuentada. Una placa junto a una maltrecha puerta de madera -la original- recuerda que ahí está ‘La cárcel’, aunque en las última décadas se empleó como cuarto de almacenaje municipal, e incluso se llegó a guardar ahí el toro de fuego y hasta se solicitó como peña de fiestas hace unos años, algo a lo que el consistorio no accedió y que probablemente fue clave para preservar el local. En los últimos años estuvo vacío.
Estas son algunas de las historias que se contaron el sábado en la puesta de largo de su restauración, que entra a formar parte de los atractivos patrimoniales de Urrea de Gaén y de la comarca del Bajo Martín e incluso de otros pueblos del río Martín. De grande calificó el día la alcaldesa, Silvia Blasco, que ejerció de anfitriona en la presentación de la investigación que acompaña a esta restauración. El historiador albalatino Alfredo J. Martínez Tirao, guía de Albalate Turístico y de poblaciones como Urrea, es el autor. Se ha encargado de extraer copias de los grafitis, y de plasmarlos en el libro ‘Las cárceles de Urrea de Gaén y sus grafitos históricos (XVII-XX)’. Recoge la investigación histórica y la interpretación psicológica y catalogación ayudado por la psicóloga Ana Cotoré y el paleógrafo Javier Tambo.
El pasado verano, Andrea Cantos y Pilar Martínez como conservadoras de la empresa METOPA se encargaron de su limpieza, restauración y, sobre todo, de consolidar con una minuciosa intervenciónporque entre la humedad y el material, áreas de las paredes se estaban levantando y el riesgo de pérdida de inscripciones era real. Las visitas a la cárcel de Urrea se suman a las de la Loma del Regadío y el objetivo es añadir más, sin ir más lejos el propio casco urbano. «No podemos perder de vista nuestro pasado morisco y tenemos un casco urbano muy bien conservado y vamos a trabajar en potenciarlo y que sea otro reclamo más para visitar y conocer Urrea», avanzó la alcaldesa, que deseó que mucha gente se anime a visitar y conocer las historias y la memoria que guarda la cárcel. «Es una suerte tener a una persona como Alfredo en la comarca del Bajo Martín», dijo y agradeció también a todos los vecinos que han colaborado, así como lo han hecho desde la escuela de adultos o el blog Valdecara, y que lo siguen haciendo aportando recuerdos de algo que siempre ha estado ahí. «Está en plena plaza y de pequeños nos asomábamos por las rejas. Nos despertaba curiosidad y me ha sorprendido», añadió.
Según cómo entra la luz por la doble reja ilumina los grabados más cercanos. Los mensajes que dejaron los presos van desde cubiertos hasta árboles, pasando por peces, armas, gallos, ahorcados y, sobre todo, muchos dibujos religiosos. Altares, vírgenes del Pilar o calvarios con sus estaciones de vía crucis que pueden atribuirse a la culpa se dejan entrever aunque hay que saber mirar. «Nos hemos dejado los ojos, y cada vez que miras ves más detalles. Hemos tenido que hacer una selección en el libro porque la cantidad de material es muchísima», dijo el historiador, que también ha encontrado orientación en el estudio de las cárceles del Matarraña de José Antonio Benavente. Las visitas guiadas ya se pueden solicitar y el sábado, tras la presentación del libro, se pudieron ver in-situ en la pared ayudados por una luz rasante. Ahí se encontraron los visitantes con un barco. En este caso es un dibujo en lo alto de la pared que lleva a la celda del fondo. «No sabemos con qué lo dibujaron, sin con tierra arcillosa o quizá restos de comida», avanzó la psicóloga. Las inscripciones se sitúan más en la época de la Guerra Civil, mientras que los dibujos y grabados se atribuyen a fechas anteriores cuando la alfabetización estaba al alcance de unos pocos. «Los cubiertos son curiosos, puede significar hambre pero aparece una cuchara y un tenedor de cinco puntas, cuyo uso no se generalizó en la población hasta principios del siglo XX. ¿Quién era esa persona? Quizá alguien de cierto estatus que estaba familiarizado con ellos…», añadió Cotoré. La psicóloga advirtió de la peculiaridad de analizar dibujos que se hicieron hace muchos años y sin tener ni el contexto del momento ni de la persona. «Lanzamos una interpretación de muchas. En el libro se generan muchos debates e invitamos a que se entre en ellos», dijo.
PERIODICO: La Comarca
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