jueves, 7 de agosto de 2025

Recuerdos de mi niñez

EL CINE


Otra cosa que nos aceleraba mucho a los chicos es cuando decían, ¡Ha venido cine a la plaza! Se trataba de una furgoneta que iba recorriendo los pueblos y que proyectaba películas con una máquina que colocaba en medio de la plaza y ponía su pantalla en la fachada del Ayuntamiento.



Sé que anteriormente por lo que me han contado también lo hacían en las Cuatro Esquinas y éste era cine mudo y que un hombre gordo se ponía a la altura del buzón de correos, largo, iba relatando la película: ¡La Julia ya no quiere al José y ahora se va con otro! y cosas así pero, a lo que íbamos, el que venía a la plaza y que yo recuerdo, la familia estaba compuesta por un matrimonio y  un hijo tal vez un poco mayor que yo y recuerdo que era rubio. A la hora que habían dicho que era el cine se veía una  ebullición por todas las calles del pueblo de personas con sus  sillas. La mayoría de las sillas eran sillas bajas y entre el griterío de los chicos por la plaza iban colocando sus sillas para ver el cine. Eso sí, cuando empezaba nos mandaban callar y todo era silencio. A mitad de cine pasaban la bandeja y alguno de los chicos, los más pequeños, nos escondíamos por los cantones, porque encima no llevábamos ni una perra, hasta que pasara el de la bandeja y volver para ver la película. Alguna vez si habíamos hecho alguna cosa mal  y nos castigaban a no ver el cine, les decíamos a los padres: ¡Déjame ir al cine!, y nos contestaban: ¡Al cine de las sabanas blancas!, lo que querían decir que a la cama.


También alguna vez vino un circo con payasos que encorrían a los chicos, y hasta una trapecista, que hacían las delicias de niños y mayores.

Toño


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