EL SEÑOR EMILIO
El señor Emilio, por muchos
de nosotros conocido por ser el practicante, comadrón y barbero era muy
aficionado a la caza con perdigacho en la jaula y cuando la gente iba a la barbería allí contaban las verdades
y también las mentiras de sus cacerías, digo también las mentiras porque los
cazadores que ya lo conocían le tiraban las patas de las perdices que ellos
mataban y se las tiraban a su balcón, él las recogía y cuando más gente había
en la barbería sacaba las patas y decía
:¡todas estas mate ayer!,la gente que ya lo iba conociendo se reía pero los que
no, decían pero cómo puede matar tantas perdices este hombre.
También era muy aficionado a la pesca, muchos lo hemos visto hasta que era muy mayor con su caña, que tenía escondida, pescando por la la Badina algún que otro barbo.
También era muy aficionado a la pesca, muchos lo hemos visto hasta que era muy mayor con su caña, que tenía escondida, pescando por la la Badina algún que otro barbo.
En tiempos pasados, antes de
que los desagües desembocaran en el río Martín, las aguas estaban muy limpias y
abundaban las anguilas. Un día bajó a
pescar al pocico Oliver y después de estar un buen rato y no pescar ninguna se
presento allí el Sastrecico que también bajaba
a pescar; le preguntó qué tal iba la pesca y el señor Emilio le dijo que
mal, entonces se puso a pescar junto a él. No más hizo echar la caña, cogió una
anguila el Sastrecico. El señor Emilio le dijo:
- ¡Estaría esperando que
llegaras tú! – después otra y otra.... así hasta seis.
Me decía a mí:
- ¿Pero cómo puede ser que
tuviera yo la caña al lado y a él le picaran seis y a mi no me picaran ninguna?
Era también muy aficionado a
jugar a las quinielas, lo hacia con el tío José “el Caponera”, el tío Domingo
el "Perdigón", , el Antonio el "Perdigón" ,el tío Jesús el Lela", y el "Canobas" Las discusiones cuando hacían las
quinielas eran interminables:
- ¡Que no le pongas perdedor
al Zaragoza!
- ¿Cómo va perder el Madrid si
juega en casa?
- Al Bacelona le ponemos una X
que juega contra el Valencia.
- ¡No hombre, no, que hay que
ponerlo ganador!
Todo esto acompañado de un
café que hacían en casa del tío Antonio
el Perdigón" y la tía Julia, pero no era un café normal como el de ahora, era
cebada tostada y un poco de achicoria,
y, café viene, café va, así pasaban la
tarde intentando hacer la quiniela. Cuando pasaba el domingo y habían tenido
pocos aciertos, en la barbería, todo eran discusiones. El "Caponera" decía:
- ¡Si es que la ha hecho él
por eso hemos acertado tan poco! ¡Al otro domingo ya la haré yo!
Al otro domingo la discusión
era la misma pero al revés.
Una vez acertaron uno de
trece y cobraron 4.000 pts. Se las gastaron en una merienda de merluza.
Compraron las merluzas y comieron hasta que se hartaron y es que entonces no se
comía casi merluza por lo cara que iba. Había un dicho que decía: “Cuando un
agricultor come merluza uno de los dos esta malo(o el agricultor o la merluza)”
.
De todas las maneras, decía
el Caponera:
- No queremos que nos toque un
premio grande porque si no, cada coche que baje por la calle Mayor, diremos:
“¡Ya están aquí a por nosotros!
La vida les pasó y nunca
recibieron un premio que mereciera su entrega al hacer las quinielas. Toño
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