Me cuentan una anécdota de allá por lo años cuarenta y voy a pasar a contarla.
Por aquellos años no había Tv y los chicos se las tenían que ingeniar para divertirse todos los días , había juegos en las calles, se quitaban cosas de las huertas intentando que el guarda o el dueño no te cogiera,y se hacían algún que otro rastro.
La historia que voy a contar hoy es la de unos chicos de 12 a 15 años que una tarde estaban por los alrededores del campo de futbol, ya por entonces llamado del Cerrado,se trataba de los que actualmente tendrán de 75 años a 80 años y todos los que me han nombrado aun viven, se trata del “Chocolatico”, El Simoncico”, “El Benito”, entre algunos mas que no se acuerdan.
Al subir del campo de futbol a la carretera encontraron una maleta abandonada, he intentaron de hacer con ella algún juego,un poco mas adelante encontraron un perro muerto a la orilla de la carretera que había matado alguno de los pocos camiones que pasaban por Urrea.
Me cuentan que el perro estaba en pleno proceso de descomposición y que hasta gusanos llevaba. Solo se les ocurrió meter el perro en la maleta y dejar la maleta en medio de la carretera, como si alguien la hubiese perdido de algún otro vehículo.
La dejaron en la curva que todos llamamos la curva del campo de futbol, y ellos se fueron a esconder en un pajar que había en lo que ahora es la casa de los “Chatos”, y a esperar a ver que es lo que pasaba con la maleta.
¡Por allí baja un camión desde Albalate!, el camión cuando llega a la altura de la curva ve la maleta y frena, para y baja el conductor y tras mirar ambos lados, coge la maleta y la hecha encima del camión y arranca otra vez llevandose la maleta.
Los chicos arriba en el pajar muertos de risa decían ¡Ala que cuando abra la maleta y se encuentre con el perro con lo mal que “golia”¡.
Pues si que se llevaría chasco el conductor por recoger una maleta que no era suya.
Toño
Jajajaa muy bueno. Lo que me extraña que no le pudiera la curiosidad y la abriera para ver lo que había. Seguro los chicos se hubieran reido a gusto de la cara de asco que hubiera puesto al abrirla.
ResponderEliminarTodos hemos hecho alguna que otra.