Cientos de personas acudieron ayer a las capillas ardientes de los tres asesinados. Sus cuerpos llegaron a las nueve a Andorra y Alcañiz
El Bajo Aragón Histórico sigue consternado y el dolor permanecerá siempre entre los vecinos. Impotencia, lágrimas y abrazos sinceros e interminables inundaban ayer las calles de una tierra que, aunque está acostumbrada a duros golpes por la falta de oportunidades y el abandono político, nunca podía imaginar una tragedia de esta magnitud. Las familias y amigos de los tres asesinados el jueves por la tarde en el mas del Saso de Andorra vivieron ayer uno de los peores días de su vida.
Los cuerpos de las víctimas llegaron pasadas las ocho de la tarde a las capillas ardientes, tras realizar las autopsias en Zaragoza. Los dos guardias civiles, Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero fueron trasladados al Salón de Cuadros del Ayuntamiento de Alcañiz y el de José Luis Iranzo, ganadero andorrano que colaboraba en el dispositivo de búsqueda, estuvo en el tanatorio de Andorra. Hoy serán los funerales. El de los agentes está previsto a las once en la Excolegiata Santa María de Alcañiz y el de Iranzo, a las cuatro de la tarde en la Villa Minera. Cientos de personas acudieron ayer a los velatorios para trasladar el pésame a las familias y para compartir la pena con ellas.
“Era un Guardia Civil de vocación, desde pequeño lo tenía claro, le encantaba ayudar a los demás». Esta era a la frase que más repetían los allegados de Víctor Romero. Aunque su familia se dedicaba a la ganadería, desde pequeño tenía claro que quería entrar en la Benemérita y tenía llaveros y pósters del cuerpo, al que también pertenece un tío. No obstante, nunca olvidó la tradición y de más joven, e incluso ahora, echaba una mano en la granja familiar. Su vocación la unía por su amor a Calanda, localidad a la que llegó junto a su familia procedente de Terriente (Sierra de Albarracín) cuando cursaba 2º de Primaria. Sus amigos recordaban que tocaba el tambor en Semana Santa y se preocupaba mucho por su pueblo. «Cuando hubo una oleada de robos vino a investigar, incluso en sus días libres preguntaba para averiguar qué ocurría. Lo suyo era muy vocacional y estaba acostumbrado a la acción, siempre era el primero en intentar solucionar las cosas», recordaba emocionado ayer un amigo de la infancia. Fueron cientos los vecinos que se acercaron a la capilla ardiente situada en el Ayuntamiento de Alcañiz.
También se desplazaron hasta Alcañiz muchos familiares de caballero procedentes de Cádiz, su tierra natal aunque ya llevaba años afincado en el Bajo Aragón, donde tenía también a su pareja. Los dos agentes recibieron la Medalla de la Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo, la más alta distinción en un acto de servicio heroico. Se trata de una distinción de que no sólo se otorga a título póstumo y que conlleva una compensación económica para la familia.
En la Villa Minera, los amigos de Iranzo todavía no podían creer lo sucedido. El único consuelo que les quedará, si es que lo hubiese en estos casos, es que José Luis se ha ido haciendo honor a su apellido, el de su padre y de su abuelo, y cumpliendo la misión que defendió a capa y espada durante toda su vida, luchar por mejorar el presente y el futuro de todos los vecinos del medio rural turolense. «Además de lo que era como sindicalista, sobre todo lo que perdemos es un gran amigo. Nos deja un vacío enorme. Una persona comprometida, sincera y que siempre estaba a tu lado», dijo Toño Romé, amigo y compañero de COAG de Iranzo.
Hoy acaba la primera parte de uno de los capítulos más tristes de la historia del Bajo Aragón Histórico. Un terrible suceso que ha unido, todavía más si cabe, a un territorio que poco a poco se va recuperando tras lo sucedido. La sociedad llora la pérdida de tres inocentes jóvenes a los que el azar puso en el lugar equivocado. Ahora es momento de recordar con cariño a las víctimas y de dar todo el cariño posible a sus familias. A partir del lunes, llegará la hora de sacar conclusiones y analizar lo sucedido para saber si realmente se pudo hacer algo más durante los diez días que el asesino permaneció huido.
PERIODICO : La Comarca
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