jueves, 17 de noviembre de 2022

Recuerdos de mi infanciacia, La Escuela 2

Otra de las cosas que temíamos es cuando te sacaba delante de todos ante un mapa de Europa y te decía ¿A ver, dónde están los Urales?, o ¿dónde está el Volga?, etc. Muchos de nosotros, ni idea. Si no lo sabías, palmetazo que te caía.


Había chicos que se quedaban a las permanencias que se trataba de estar con el maestro durante una hora más bajo el pago de un duro. Como se me habían atragantado las tablas, mis padres decidieron que me quedara a las permanencias. No sé qué es lo que pasó. Entrar en permanencias, bajo el pago de un duro, y aprenderme las tablas fue todo uno. 


Había un día al año, el día del Dómud. El día de antes aparecían en la mesa del maestro dos huchas, una de un negrito y otra de un chino. El maestro nos designaba las huchas a un par de grupos de chicos y al día siguiente, a pedir para los niños de La Santa Infancia. Íbamos pidiendo a todos los que veíamos por el pueblo y también íbamos llamando por las casas. Unos te daban algo otros no, y otros te decían que ya se lo había dado al otro grupo de chicos. Al día siguiente se hacía el recuento en la escuela, y todos expectantes para ver quien había conseguido más.




Foto de Don Jesús con chicos que iban a la escuela antes de subir yo





Foto de chicos de mi edad aunque yo no estoy  porque debió ser cuando yo estuve estudiando en  Zaragoza un par de años.



De pronto, un buen día aparecieron unos sacos de papel. Dijeron que era leche en polvo para que la bebiéramos todos los días los chicos. Se empezó y se hacía en unas grandes ollas de aluminio,   se echaba agua y después los polvos y con una caña a remover sin parar para que no quedaran grumos, pero al final siempre salía algún que otro grumo. Era tan mala que hacíamos lo que podíamos para tirarla detrás de la tapia del corral del tío Perdigón, que era donde íbamos a mear, sin que nos viera el maestro, si no, nos castigaba. 



El vaso o jarra nos lo teníamos que llevar desde casa y para que pudiéramos pasarla mejor ya nos ponían nuestras madres azúcar con ColaCao, vaso que teníamos en el cajón de nuestro pupitre a la espera de “la deseada leche”, pero por lo menos yo me mojaba el dedo en la boca y lo pringaba del ColaCao y el azúcar y cuando llegaba la hora de la leche ya no quedaba nada, así que otra vez le

3 comentarios:

  1. Recuerdo lo que nos cuentas con todo detalle en este artículo. En la década de los 50 "los americanos" nos enviaban para reforzar la nutrición de la infancia española leche en polvo en sacos como tú bien dices y queso de "color zanahoria". Las chicas se encargaban de preparar la leche, las más de las veces con poco acierto pues aparecían los nauseabundos grumos, y los chicos que designaba el maestro cortaban el gran queso que venía enlatado. Como no había un cuchillo tan grande con el que poder hacerlo, utilizábamos un alambre y entre dos se hacía el corte en porciones más o menos proporcionadas. En general, el queso nos gustaba más que la leche. Gracias, Toño, por atizar nuestros recuerdos y vivencias de infancia RAMON

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  2. Lo recuerdo tal como lo cuentas. Tambien lo de la "permanencia", que era donde los maestros sacaban un poco de dinero por que cobraban poco (pasas más hambre que un maestro escuela, se decía), pero quien no quería hacer permanencias o repasos, quizá porque eran de familia muy pobre, eran marginados de la enseñanza. A mi me gustaba la leche con azúcar y colacao que llevaba en un "cucurucho" de papel. El queso también; siempre me ha gustado todo lo que se pudiera comer o beber.

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  3. Nos has hecho recordar, Toño !
    Así era tal cual lo cuentas.

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