lunes, 20 de diciembre de 2021

Anécdotas, La Huelga

                                                

LA HUELGA


Hubo una vez un maestro que se llamaba don Manuel Tirado del Río , aunque todos le llamaban y así se le sigue recordando aun hoy como “El Bociguín”. Este era uno de los sargentos que después de la guerra, como no había casi maestros, los habilitaban para completar las plazas vacantes de maestros.

Todos que fueron con él y aun nosotros conocemos la canción que repetidamente les hacia cantar: Plon, plon ,plon plon, salid mozas a bailar que ya repica el pandero, plon, plon ,plon plon...




Cuentan de él que era muy dado a pegar, sus bofetadas eran famosas, pero alguna vez lo que hizo fue que cogió  a uno de los mas fuertes que había en la escuela, para que pegara a otros, este mas fuerte era el Jorge, excelente muchacho y los recibidores  era el Andres “El Rizao” y el René. “El Bociguín” le dijo al Jorge :

  • ¡Pégales a estos dos tortas a cada uno! 

Y el Jorge, como buena persona que era, les pegó dos tortas pero despacio, entonces cogió al Jorge y le dijo:

  • ¡Así no se pegan, se pegan así! 

Y le dio dos bofetadas enormes al pobre Jorge delante de todos, parece ser que el Jorge ya no volvió por la escuela.


El René era un chico francés  que, por circunstancias, tuvo que venir a Urrea con su abuela un par de años. Su familia de aquí eran de los más pobres que había. Siempre llevaba por los bolsillos nueces y alguna higa seca, el pantalón  que llevaba era corto pero muy ancho, cuentan que cuando iba a cagar, no se los quitaba, ensanchaba la pernera y por allí hacia sus necesidades. También cuando le pegaba el “Bociguín” con un mimbre o con la palmeta no le hacia demasiado mal de anchos que le iban. Como se dio cuenta el maestro, lo cogía y con una mano le apretaba  los pantalones y con la otra le pegaba con la palmeta y además era de los que más recibía.

A Joaquín “el Molina”, una vez le pegó con un mimbre en las manos con tal fuerza que le hizo sangre en las dos manos; aun hoy me enseñó las dos cicatrices de las manos. Entonces, lo que hizo fue marchar de la escuela y acudió a su padre, el tío Manolico “el Corona” que por entonces era juez.  Llegó a la carpintería que tenía y le dijo:

  • ¡Mira papá lo que me ha hecho el maestro!

Entonces su padre le curó con alcohol y, cuando acabó, le pegó dos bofetadas  y cogió un listón de haya y le dijo:

  • ¡Tira para la escuela delante de mí! 

Subieron por toda calle Mayor con su padre con el listón detrás. Cuando entraron en la escuela y “El Bociguín” vio entrar al “Tío Manolico” con el listón se temió lo peor, pensaba que lo iba a emprender a él y empezó diciendo: 

  • ¡No, que yo no le quería pegar tan fuerte!

Entonces el tío Manolico le dijo:

  • ¡Toma este listón por si te hace falta para que los endreches!


Jesús Val era el mayor de la escuela, incluso había pasado ya los años de estar en ella. Él era el que dibujaba todos los días en la pizarra el águila con el escudo nacional, era la primera cosa que se hacía al entrar en la escuela. Con los que he hablado me cuentan que dibujaba mucho mejor que  el maestro. La cosa se complicó cuando “El Bociguín” le pegó también al Val. Hasta ahora no lo había tocado, pero un día se le cruzaron los cables y también le pegó a él.




Estamos hablando de por allá los años mil novecientos cincuenta y tres o cincuenta y cuatro. Ni por asomo, con el régimen que había, se le ocurría a nadie hacer una huelga. Pues los chicos de Urrea montaron una huelga en contra del maestro. 

Ya lo tenían hablado y los mayores se pusieron en el arco de San Roque y paraban a todos los chicos que subían para ir a la escuela, aunque hubo alguno que acudió por miedo. Fueron la mayoría los que secundaron  la huelga. Una vez todos reunidos en el arco marcharon a hablar con el alcalde, este era el tío Manolico el “Utebano” al que todos llamábamos “El Alcalde Viejo”. Éste estaba en la torre Grande del camino de Híjar y para allí se encaminaron todos. Bajando por Santa Bárbara y por la senda que se llama del Muro, llegaron a la torre y hablaron con el alcalde, le expusieron que  les pegaba mucho y que no querían ir a la escuela con él. El alcalde les contestó que marcharan y que al día siguiente acudieran a la escuela que ya subiría hablar con él.

Al día siguiente los chicos acudieron a la escuela y también acudió el Consejo Escolar, entre ellos el alcalde, el juez, y algunos concejales. Delante del maestro les preguntaron a los chicos cuáles eran sus quejas y cada uno iba explicando como los calentaban. El maestro acabo el curso pues no quedaba mucho, pero ya no comenzó el curso siguiente, fue destinado a Azaila.

Era tal la manía que le habían cogido los chicos que cuando pasaba una moto por la carretera (pues él tenía una moto) alguno decía “El Bociguín” y empezaban a tirarle piedras, aunque no fuera él.

     

3 comentarios:

  1. Yo también tuve la "mala suerte" de conocer al "Bociguín", aunque por muy poco tiempo. Debió ser el año de su marcha. Recuerdo cómo pegaba mucho con la regla en las manos o en el trasero. No recuerdo que a mí me tocara alguno de esos "reglazos", como popularmente se llamaban. En gloria esté el "bueno de "Don Ramón" RAMON

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  2. Con el tiempo vamos cambiando de opinión, no totalmente pero si en algo, deberíamos recordar que cuando Don Ramón llego a Urrea se encontró a unos niños algo tremendos, nosotros empezamos la escuela con Don Angel Gargallo, por su enfermedad nos atendía su esposa Doña María Galindo y recordemos las travesuras que le haciamos a Doña María, luego también tuvimos a su hijo Angelito... entonces llegó Don Ramón, sargento de mano suelta y actuó como un domador de circo, yo debo reconocer como virtud de Don Ramón que fue mi primer maestro de dibujo, tengo una anécdota con esto del dibujo que algún día contaré

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