Redobles entre abuelos, hijos y nietos en casa de los Tena Blasco de Urrea
LA FAMILIA DEL TAMBOR. José Luis Tena fue el primero en tocar el tambor en su casa siendo muy joven, afición que compartió con su esposa Concepción Blasco y la familia que formaron
«Esa pregunta me la he hecho yo más de una vez», dice. Y es que por más que busca, José Luis Tena no atina a dar con el origen exacto de su querencia por el tambor porque en su casa, ni padres ni hermanos han tocado nunca. «Solo yo, es curioso… Además, empecé muy joven, me aficioné mucho y ya no lo dejé», añade. «Nos juntamos ya entonces unos cuantos amigos y tocábamos. Puede ser que en todo esto haya tenido que ver la amistad, no lo sé porque ya hace ya mucho tiempo de eso», sonríe.
Desde que él comenzó a tocar, los tambores ya no han dejado de sonar en la familia. Sus hijos y nietos siguen redoblando y también sus sobrinos. «Nosotros ya hemos crecido entre tambores y no es extraño que desde pequeños ya toquemos», dicen Gustavo y Pepe, los hijos de José Luis Tena y de Concepción Blasco, una mujer clave en esta casa. «Nuestra madre también tocaba. Cuando no había muchas mujeres saliendo con tambores ella ya lo hacía en las procesiones», recuerdan.
Salían juntos el matrimonio a compartir los redobles en las calles en las que reunirse también con toda la cuadrilla de amigos. «En Urrea hubo unos años de mucho bajón y si no hubiera sido porque empezaron a salir muchas más mujeres, no sé qué hubiera sido del tambor y la Semana Santa. Ellas la sacaron adelante», reflexiona José Luis.
Concepción falleció hace cinco años pero sigue presente en los suyos. Tanto, que cuesta seguir pero no queda otra que hacerlo. «Por ellos», dice José Luis señalando con la mirada a Iker. Con 11 años es su nieto mayor y recuerda a su abuela con una gran sonrisa mientras su padre, su tío y su abuelo contienen la respiración y ahogan la emoción. «La echamos mucho de menos, le encantaba el tambor, la Semana Santa y todo el jaleo que se monta. La vivía… la vivía mucho», añaden.
Para Iker y su hermano pequeño Adrián -hijos de Pepe- Urrea de Gaén es su pueblo de tambor y de todo el año. Viven en Zaragoza pero entre todos se han ocupado de que nadie pierda la raíz. De hecho, está bien fortalecida porque mide con un «muchísimo» lo que le gusta ir a Urrea. El pueblo es la huerta, son los patos y, por supuesto, «el yayo». «Yo empecé con el tambor porque mi padre, el tío Gus y el yayo tocaban, y desde bien pequeñito con mi hermano y mi prima, yo también pero hasta mitad de recorrido porque no aguantábamos más», se sincera. En esos viajes de visita durante el año va contando las horas para volver a desembarcar con todo en casa de los abuelos el Jueves Santo para marchar el Domingo sin haber soltado el tambor. Es lo que tocan todos, aunque Iker probó un par de años el bombo. Vaticina que este año la Semana Santa irá «como siempre», unas palabras que cobran más sentido echando la vista atrás y ver tan cerca los dos años de parón. Esos días salen todos juntos exprimiendo los ratos de redoble al máximo. «Vamos todos juntos, los mayores delante y mi hermano y yo vamos siempre detrás de papá», explica Iker con un desparpajo que hipnotiza.
Así aprenden los pequeños: de los mayores. «Salías al corral quince días antes y a darle a los tambores, así hemos aprendido todos», dice Pepe, aunque en su niñez había ensayos ya en la escuela. Los dos hermanos fueron en el grupo de representación del pueblo allá donde ha sido preciso. «Cuando yo era joven no existía la Ruta y cuando llegaba el domingo, cogíamos el tambor y nos íbamos a la ermita de Santa Bárbara o a la del Calvario y tocábamos un rato», recuerda el padre. Aseguran que vivir cerca del Calvario no ha marcado su carácter de tamborileros. «No, no creo que tenga que ver», ríen, aunque dicen que nada tiene que ver el monte de hace años con el actual. «Desde hace unos años se ha ido arreglando, se ha puesto riego por goteo y está bonito, antes estaban los senderos y poco más. Ahora hay hasta luz, que para la procesión del Jueves Santo viene muy bien», añaden.
Todas estas vivencias las cuenta Iker en el colegio. «En Religión, sobre todo, explico que mi familia viene de tradición de tambor», dice. «Antes había que explicar mucho qué era esto pero hace tiempo que con la Ruta, el tambor y la tradición del Bajo Aragón se ha extendido. Se nos conoce», añaden los hermanos.
PERIODICO :La Comarca
Bonito reportaje el que ha preparado La Comarca a propósito de la familia de mi amigo Pepe. Tres generaciones de tamborileros y un emotivo homenaje a su esposa, madre y abuela Concepción, también gran aficionada al tambor. Un abrazo, amigos RAMON
ResponderEliminarMuy bonito y completo reportaje de esta familia urreana que sigue tocando el tambor año tras año y lo transmite generación tras generación.
ResponderEliminarUn bonito y emocionado recuerdo para Concepción .
Felicidades a toda la familia.