JUEGOS DE MI INFANCIA
Como no teníamos televisión ni videojuegos, ni maquinetas electrónicas, etc, etc, etc, nos pasábamos los días que teníamos libres y también después de salir de la escuela en la calle y para entretenerte había que jugar a juegos heredados y algún que otro que nos inventábamos.
Los juegos iban y venían como las modas. Había veces que nos pegábamos jugando un mes seguido a un juego y de repente desaparecía y empezábamos a jugar otro. Creo que en esto algún papel jugaban los líderes, siempre había alguno que mandaba más que los otros.
Intentare recordar algún juego, aunque sé que muchos se me quedarán sin nombrar.
Uno de los mas peligrosos a mi parecer era el de “Sardina monta encima” o también llamado “Churro va”. Se hacían dos equipos. El uno la pagaba y el otro era el que saltaba. Había una madre (no sé por qué se llamaba así si todos éramos chicos) que se ponía en la pared y el equipo que la pagaba, metia la cabeza el primero debajo de las piernas de la madre y los demás, todos seguidos, con la cabeza debajo del culo del de delante y aquí llegaba lo peligroso. Éramos de todas las edades y todos los tamaños. El primero que saltaba tenía que hacerlo bien adelante para que cogieran los demás detrás ya que si se caían ellos pagaban, y si los que estaban agachados no aguantaban el peso, la volvían a pagar. El que saltaba lo hacia, pues, con toda fuerza que podía para ver si caían los de debajo y volvían a pagar. Ocurría que podía caer en uno débil o aunque no fuera tan débil, el golpe que llevábamos sobre nuestra espalda era tremendo y además luego, con todos subidos arriba, había que aguantar un montón de peso sobre las columnas vertebrales (ahora seguro que no dejarían jugar a esto). Bueno pues los que estaban arriba decían:
- ¡Muñeca, codo u hombro! – y el que estaba el último tenía que adivinarlo. Si no lo adivinaba, a pagar otra vez.
Nos pasábamos casi toda la tarde con el “Correcalles”, se agachaba uno y los otros saltaban y se iban agachando para que fueran saltando los demás, había veces que recorríamos medio pueblo.
Para jugar al “Marro”, se hacían dos equipos y unos estaban en una pared y los otros en otra. Se iban cogiendo prisioneros encorriéndolos y tenían que ponerse cogidos de la mano hasta que podían rescatarlos sus compañeros tocándolos. Cuantos más había, más larga era la fila y mas fácil de rescatar. Si se cogía a todos perdía ese equipo.
Una vez quedaba solo para rescatar “el Perico” estaban jugando en el recreo de las escuelas. Éste había desaparecido y todos estaban esperando a que los rescataran tocando la pared de la escuela. El Perico subió por detrás de las escuelas por un árbol que había pegado a la pared y de allí salto al tejado. Cuál no sería la sorpresa de todos cuando, de repente, saltó desde el tejado de la escuela y rescato a todos. El golpe que se dio fue tremendo y quedó tendido en el suelo. Fueron todos a ver qué le pasaba y él, al verlos venir, dio un salto y echó a correr gritando:
¡SALVADOS!
Toño
Suscribo todo tu relato, Toño. Y efectivamente el juego de "Sardina monta encima" era francamente peligroso, pues había algún chico que para llegar lo más adelante posible según exigía el reglamento se tiraban con bastante mala leche y te caían encima como un saco de cemento. No sé cómo no hubo alguna desgracia por las cargas en la columna y solo se oían las lógicas quejas de algunos. RAMON
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