Como si se tratara de un truco de magia, en el interior de la iglesia de San Pedro de Urrea de Gaén es posible creer en lo invisible. Un retablo de Ramón Bayeu o un cuadro de Goya permanecieron durante años entre los muros de este templo. Pese a que hoy están desaparecidos, su recuerdo sigue allí. La esencia de estas reliquias vaga por la atmósfera de penumbra y nos recuerda que el trabajo para realizar esta parroquia fue una obra de genios. Construida en el siglo XVIII, los canteros emplearon piedra y ladrillo, para dotarle de esbeltez, siguiendo los patrones del barroco y el neoclasicismo. Además, la magia del insondable tiempo marca las horas en el reloj de su campanario cuyas campanas siempre avisan a los fieles. Precisamente en su austeridad encuentra este monumento la virtud. No solo hay ilusionismo en el alma y en el tiempo. También en la luz que entra por el rosetón para iluminar el coro. Esos rayos son suficientes para admirar su magistral y complejísima cúpula. Las ganas de visitar la iglesia, protegida entre viviendas tradicionales y algún arco como el de San Roque, son inevitables. La razón es simple. San Pedro nos hace creer en aquello que no vemos.
Un bonito comentario para estimular al viajero a visitar y contemplar la belleza y grandiosidad de nuestra iglesia parroquial, verdadera joya arquitectónica de nuestro pueblo y alrededores RAMON
ResponderEliminarY además muy pocas que no tengan una columna ni media, desde cualquier parte de la iglesia se ve el altar mayor es impresionante. Bene
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