lunes, 8 de abril de 2024

Un Fotografo, Francisco Pina

Francisco Pina, tamborilero y fotógrafo que recorre la Ruta capturando su Semana Santa

Conocido también como Ventero, además de arreglos a sus tambores, el albalatino no se despega de su cámara. Este año no ha podido ser, pero en cuanto pueda quiere completar el fondo visual de los nueve pueblos que inició en 2023


Como tanta gente, el primer tambor que tocó Pina siendo un niño fue prestado, y el primero que tuvo se lo compró su padre en Alcañiz. Con el tiempo se los hizo él y los firma como Ventero, en un homenaje al apodo familiar. Albalate es habitual en sus fotografías. / B. Severino

Bien sabido por muchos es que Francisco Pina reparte su vida entre la fotografía y el tambor. En el caso del instrumento, disfruta de todo el proceso, tanto sacándole buenos redobles, como haciendo sus arreglos y antaño incluso fabricando algunos. Por los pueblos de la Ruta y de más allá son reconocibles por estilo y la firma de Ventero, en honor al mote familiar. Casi a diario en Albalate va haciendo sus arreglos tamborileros y planificando fotografías. Fue con la prejubilación en Samca cuando se puso a aprender fotografía para sacarle rendimiento a la cámara réflex que se había comprado antes de unas vacaciones. «Si el tambor engancha, la fotografía no engancha menos», ríe. De hecho, hasta la visión de la vida cambia. «Ya no vas mirando al suelo, ahora en todas partes ves encuadres», añade.

Ya sea con amigos o solo, hace excursiones para captar momentos únicos en plena naturaleza, y siempre lleva una cámara encima «porque nunca se sabe». El año pasado se propuso unir fotografía con la Ruta del Tambor y Bombo, lo que implicó salir de Albalate del Arzobispo. No obstante, Urrea de Gaén ya había pasado por su objetivo porque estar casado con una urreana le ha hecho partícipe de algunos actos. A base de muchos kilómetros, en 2023 consiguió un buen fondo fotográfico. Comenzó camino la noche de Jueves Santo en Alcañiz, donde reconoce que le «impresionó muchísimo la procesión del Silencio», especialmente la llegada a la plaza con el romero extendido. Siguió a Calanda al vía crucis al Calvario y, aunque quiso llegar a Andorra, se le hizo tarde y regresó a Albalate. «Todavía hice fotos y toqué el tambor», dice. Viernes Santo lo empezó por la mañana en Samper, continuó a Híjar a la Bajada de Imágenes y por la tarde al Drama de la Cruz de Alcorisa. Pasó por la procesión de Andorra y llegó a la salida de la plaza del Entierro de Albalate. Tras unas fotos, marchó a Híjar al Santo Entierro. «Luego te pasan cosas para cumplir el horario. En Híjar un perro la tomó conmigo y me acorraló un buen rato y, además de que casi se me va la procesión, perdí mucho tiempo. Me dejó libre, es lo principal», ríe. Por eso llegó a La Puebla más tarde de lo previsto aunque justo para la entrada de la procesión en la iglesia. Su Sábado Santo empezó en el Entierro de Calanda antes de ir a recibir al Tren del Tambor de La Puebla y comer en Urrea con la cuadrilla. Le dio tiempo a capturar el cese de toques de Albalate, algo que le «sobrecogió mucho» ya que lo vivió desde una ventana en lo alto. El cierre lo hizo con el Cese de La Puebla. En cuanto le sea posible, quiere volver a la carretera para completar con actos que se «quedaron en el tintero», avisa. No descarta un año ir a Hellín o Tobarra, donde hay buenos amigos y también podrá tocar el tambor. «Si no, no voy», sonríe.


Ahora se dedica a sus arreglos propios pero antaño creó unos cuantos tambores de titanio y más tarde, microperforados. Tampoco le faltan palillos, que tiene de medio mundo, suyos o que le traen. Su afán por compartir le hizo dejar su primer tambor en el Museo de Juguetes de Urrea, y al de Albalate ceder el bombo y la túnica que sirvió de modelo para esculpir el Monumento al Bombo del puebloLo que tiene de especial en sí misma la Semana Santa lo tiene también para las fotos, porque «todas guardan una historia». Se fija en los momentos menos «vistosos», como el instante previo a encarar una cuesta con una peana o ese segundo en el que un tamborilero coge aire para seguir. Las caras y gestos lo dicen todo. «Es increíble ver en los más pequeños como Urrea o Samper, participar a tanta y tanta gente. Al final todo sale en todos los pueblos aunque igual veinte minutos antes no hay movimiento. Pero a la hora ahí está todo el mundo», reflexiona. «Todos los pueblos tienen algo especial».

PERIODICO : La Comarca

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