viernes, 20 de octubre de 2023

Anécdotas, juegos de mi infancia

Otro de los juegos al que dedicábamos muchas tardes era “Policías contra ladrones”. Se hacían dos equipos: los unos eran los policías y los otros los ladrones. Los ladrones marchaban  por todo el pueblo y huertas mientras que los policías esperaban un rato a que escaparan, después empezaba la persecución. Tenían que coger a todos sino no ganaban. Tenía la dificultad de que los ladrones iban separados e intentaban esconderse bien. Recuerdo que una vez iba yo de ladrón con dos tres más y nos escondimos en la torre de “los Angelitos”, que entonces estaba abandonada. Pasamos toda la tarde encerrados en un callejón que allí había para que no nos ganaran. Cuando aparecimos por la plaza ya hacia horas que habían abandonado el juego.


Los pitos eran una de nuestras debilidades a temporadas. Los recreos se convertían en verdaderas tiradas de pitos. Así como salías por la puerta corriendo ibas diciendo: ultimo, ultimo, ultimo...; segundo ultimo, segundo ultimo, segundo ultimo...; tercer ultimo... y así hasta llegar al primero, el ultimo llevaba ventaja pues sabía donde habían tirado los demás y podía tirar lejos o cerca del triángulo (le llamábamos “trangulo”)  y tenía más probabilidades para poder ganar pitos. Se pintaba en el suelo un triángulo isósceles y en el cada jugador ponía un pito de barro en fila. Cada jugador, desde una raya, tiraba su pito (que solía ser de cristal o de piedra) hacia el triángulo. Algunos tiraban a camas (cerca del triángulo) y los buenos iban tirando lejos. Empezaba a tirar el que más lejos estaba, de ahí la importancia de ser el ultimo. Si se sacaba el pito del triángulo se quedaba con él y seguía tirando acumulando pitos para él. 

Cuando fallaba el turno le correspondía al siguiente. Si el pito de cristal quedaba dentro de el triángulo, decíamos que estaba muerto y ya no podía  jugar esa partida. Cuando te quedabas sin pitos de barro en el bolsillo (te habían “esfullado”), o te parabas de jugar, o intentabas cambiar el pito de cristal o de piedra por los de barro, y ya era casualidad que te lo pudieras llevar tú otra vez. Los de piedra se cotizaban por cinco de barro y los de cristal por diez, pero si estaban en malas condiciones porque llevaban “quiques”, se negociaba y te iban bajando el número de pitos de barro que te tenían que dar. Cuando alguno ponía mucha “muñequera” los demás protestábamos; otros, cuando fallaban y no sacaban pito decían: 

  • ¿Me dejáis volver, que se me ha escapado? 

Los que ganaban, que eran casi siempre los mismos (yo era de los que perdía), llevaban siempre los pitos en el bolsillo y cuando ganaban, en vez de decirte cuántos habían ganado, te decían: 

  • ¡Mira que bolsillada he ganado hoy! – y así pasábamos los recreos jugando a los pitos, incluido Don Victorián.

Un tiempo salió de moda los “redonchos” con guiadera. Empleábamos cualquier cosa que fuera redonda y que rodara bien. Empezábamos con los culos de los calderos de cinc viejos que había por casa, pero cada vez mirábamos a ver cual era mas grande y seguimos con los aros de los cubos de vino. 

Una vez una cuadrilla (La de siempre) quitaron los aros de un cubo de vino que tenia un hombre al lado de la acequia para que se inchara el cubo y así poder meter el vino, cuando fué a buscarlo le faltaban varios aros del cubo, a parar a la escuela haber quien había sido y después los correspondientes palmetazos

3 comentarios:

  1. En el barranco de cachucho se han visto los lobos!!!

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  2. Están muy cerca tengamos cuidado!!!

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  3. muy bueno martin solo te ha faltado el juego del perron con las monedas antiguas remachadas y las monedas de 5 y de 10 centimos eres el alma de tu pueblo

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