EL AVIÓN
Corría el año1934, cuando en Urrea no había coches , todo el transporte se hacia con carros , y los desplazamientos , no eran como ahora que en cinco minutos te presentas en el Regadío.
Entonces el trabajo más costoso estaba en el Regadío por lo que muchas familias decidieron irse a vivir allí y lo que en principio eran unos mases poco a poco se fueron haciendo casas y acabó siendo casi un pueblo, las gentes de este lugar se levantaban y ya tenían el trabajo en la puerta de casa, aunque todavía venían desde Urrea muchísima gente a trabajar, eso si tenían que levantarse una hora antes y luego tardaban otra hora para volver a su casa. El caso es que entre unos y otros el Regadío todos los días se llenaba de gente, había que contar que las mujeres también iban a ayudar en las faenas agrícolas, era época de recabar remolacha, poco se esperaban lo que iba a ocurrir en una mañana de 1934.
Ya he dicho que en Urrea no había ni coches, ni mucho menos pasarían aviones, aunque alguno vieran pasar. Entonces apareció un avión de estos que llevaban hélices por encima de las cabezas de todos aquellos que estaban por el Regadío. El aparato hacia un ruido raro y echaba un poco de humo. Pasó por encima de las casas que había en la entrada del Puente de la Era, y encaró hacia las Cabañuelas. Toda la gente tenía puesta la vista en el avión. Intentó aterrizar en el campo que tengo encima de la cantera de Zabarda, pero no le debió de parecer bien al piloto y siguió hacia el Cardadal allí aterrizó en una faja larga. Todos los del Regadío se movilizaron y fueron hasta el avión a ver que pasaba. Subió mucha gente, incluso gente de Híjar que estaban en los campos cercanos a los de Urrea. Entre los que subieron, estaban el Enrique y el Eugenio que tendrían unos siete años, el Eugenio subió totalmente desnudo y descalzo hasta el Cardadal y cuando llegaron allí vieron ya el avión parado. Para frenar el avión llevaba, debía de ser en caso de emergencia, como una especie de brabán que se fue clavando en la tierra hasta quedar parado el aparato.
La gente que llevaba el avión ya estaban andando por debajo de él y no habían sufrido ningún daño. No iban más que seis o siete, entre ellos gente extranjera y, después de hablar con la buena gente del Regadío, el tío Gregorio “El Patatilla” subió con un burro y dos cantaras para llevarles agua.
Parece ser que aquel día el avión no pudo despegar y la gente extranjera que iban de pasajeros bajaron hasta el Regadío pasando por la torre “Gubierna”, pararon donde vivía la tía María la “Roya” y allí, como pudieron entenderse, les pidieron agua. La madre de la “Roya” los hizo pasar al patio y allí estuvieron refrescándose un buen rato, cuando iban a marchar uno de los extranjeros le dio a la madre de la tía “Roya” un pesetón, que la buena mujer llevó mucho tiempo en la faldriquera y lo iba enseñando a las gentes:
- ¡Mira lo que me han dado los extranjeros!
Nadie me cuenta si volvieron al avión, pero yo he oído a alguien que ya no está entre nosotros, que los bajaron con un carro a La Puebla a coger el tren.
Al día siguiente la madre de la tía “Roya” vino a cocer el pan a Urrea y a la vuelta en vez de ir a la torre “Gubierna” decidió ir con su mula cargada de panes a ver el avión. Ya estaba llegando cuando pusieron los motores en marcha, la mula se esbarró y marcho de cara al Regadío a las cuatro uñas. De los saltos que pegaba iban saliendo por los aires los panes, que la buena mujer tuvo que ir recogiendo hasta casa detrás de la mula. No sé si fue el piloto o tuvieron que llamar algún mecánico, el caso es que al día siguiente así como vino remontó el vuelo y se fue.
Durante los días siguientes fue el tema de conversación en el Regadío y en Urrea y fue un día de entretenimiento para estos labradores.
Toño
Hola Toño,
ResponderEliminarMe ha hecho mucha ilusión leer en el blog " el avión " ya que hablas de mi abuela y de mi tía siempre me contaron muchas historias pero esta no.
Fue la misma Tia Roya la que me lo contó cuando vivía sus últimos días por nuestra calle La Calera, ella salía todos los días que hacia bueno y se sentaba a la sombra, charlábamos largos ratos
ResponderEliminarHola Toño
ResponderEliminarLa madre de la " tía roya " se llamaba Pabla y era mi abuela. La madre de mi padre. Era la mujer mas trabajadora que he conocido muy delgadita y pequeñita. A mi me gustaba que me contara historias de cuando vivían en el regadío, mientras ponía la " presica " en el fuego. Su casa siempre estuvo abierta a quien lo necesito. Me siento muy orgullosa de mi abuela. Te quiero yaya.