Medio millar de personas participaron en la procesión del Viernes Santo
Mientras Tomás Pamplona revisa los pasos en busca de las luces para encenderlas, Alejandro García se mueve nervioso. Tiene 12 años, los mismos con los que Tomás, que ya peina canas, empezó en esto de la Semana Santa. «Estoy inquieto porque todo debe salir bien», dice con un sentido de la responsabilidad apabullante. Faltan unos minutos para que salga el Santo Entierro y todos comienzan a tomar posiciones.
Alejandro busca su hueco en la peana de la Oración en el Huerto. Es la segunda vez que la saca. La primera fue para colaborar y esta vez, además para cumplir una promesa. Los más jóvenes se mezclan con los experimentados en el paso y Alejandro comparte juventud con varios, entre ellos, Hugo Oliver. A sus también 12 años es su primera vez. «Siempre voy con el bombo pero lo he aparcado hoy por la peana, me han dicho que pesa un poco pero bueno», explica sonriente. No es el único que se estrena. También Gema Sanz pero ella como Manola. Con una sonrisa, la joven mira a la Virgen de los Dolores y revela que ha dejado el tambor ese rato para cumplir con la tradición familiar. «Espero vivirlo con alegría interior, pensaré mucho en mi gente y el año que viene aquí estaremos», añade optimista. Comparte nervios con Patricia Garín y Leire Latorre que esperan a ubicarse como dos de las tres Samaritanas. Es la primera vez también para ellas viviendo el Santo Entierro sin tambores. «Residimos en Zaragoza y Utebo y tratamos de explicarlo en clase pero es difícil, para nosotras venir cada año a Semana Santa es especial porque esto ya viene de nuestra familia de hace siglos», explican.
Entre tanto, el alcalde, Joaquín Lafaja, se ajusta la corbata porque los minutos corren. «El Santo Entierro nos lleva el sentimiento religioso al máximo. El tambor nos mete en el sentimiento, el sufrimiento y en la idea de que todos tenemos que ser mejores y ojalá nos dejemos de guerras, de injusticias, de todo eso que nos deshumaniza».
Lanza la reflexión y en ese momento irrumpen los alabarderos que con paso marcial entran en la iglesia para rodear a la Cama, paso que custodiarán durante todo el recorrido.
Tambores y bombos siguen sonando en la calle, en la puerta. Cada vez son más y más y comienzan a desfilar tomando la delantera de la procesión. Se suman más y más y cuando desaparece el último calle abajo comienzan a salir las peanas de Urrea. Más de media docena que avanzan entre respeto y silencio absoluto. Tanto es así que es inevitable no sentir un escalofrío de la nuca a los pies cuando la procesión asoma por el Arco de San Roque. Cuando asoman los rostros serios, las miradas perdidas en algún punto de la memoria. Primero las miradas de los tamborileros que van anunciando que llega el Santo Entierro. Seguidamente, las de los portantes, entre ellas, las Alejandro y Hugo que empujan su peana con ganas. La de Gema, que sigue detrás de la Dolorosa, y también procesiona seria cumpliendo con la tradición familiar. Seriedad entre los 30 alabarderos que aparecen los últimos custodiando el paso de la Cama que este año portan los jóvenes de la peña La Zelda.
Acaba la procesión. Casi dos horas en la que Urrea de Gaén demostró que su gente, aunque no esté todos los días del año y el censo no llegue a los 400, sí está en los momentos clave. «Sacamos las siete peanas gracias a más de 40 personas a las que se suman acompañantes y otros personajes y los 30 alabarderos». Las cuentas del alcalde no fallan y tampoco los más de 300 tambores y bombos que hicieron del Viernes Santo una noche sobrecogedora. Entre todos cumplieron con las tradiciones, también con la de celebrar la Resurrección en Santa Bárbara ya sin tambores.
Días de redobles y procesiones
Los tambores han sonado en las calles estrechas y empinadas de Urrea de Gaén que le confieren un extra a la Semana Santa. Se ha cumplido con todo el programa de actos litúrgicos y también con los momentos de fraternidad con los toques. El Sábado Santo las cuadrillas tomaron las calles y plazas para intercambiar toques y «piques sanos» antes de La Parada, una tradición de hace décadas en la que se llama a todos a cesar el toque al mismo tiempo. Ese momento llegó a las ocho de la tarde cuando se puso fin a dos días y medio de redobles y mazazos que comenzaron en la medianoche de Jueves Santo en la plaza de la iglesia, el lugar donde todo empieza y todo termina.
PERIODICO : La Comarca
Un buen reportaje de Beatriz Severino, que refleja perfectamente lo que fue nuestra Semana Santa. Toño
Bonita forma de contar su vivencia de la procesión del Entierro de Urrea la que hace Beatriz, periodista de La Comarca,que con tanto cariño narra y difunde las vicisitudes de nuestro pueblo. Gracias a Beatriz y a los que os preocupais de que se haga presente en tantos acontecimientos de Urrea.
ResponderEliminarQue bien Toño salgo en el periódico yo soy Alejandro garcia
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