jueves, 21 de diciembre de 2023

Recuerdos de mi infancia, juegos

Otra de las cosas que hacíamos era ir a buscar nidos por las huertas y los chopos del río. Por aquel entonces abundan los pájaros de todas las clases, cardelinas, verderoles, ruiseñores, etc. Cuando encontrábamos los nidos había que mirarlos el qué tenían. Algunos con huevos y otros con pajaricos. Nos acordábamos donde estaban e íbamos viendo su evolución pasando otra vez por allí cada ciertos días. Alguna vez cogíamos algunos de ellos para poder criarlos, les dábamos de comer almendras machacadas en nuestra boca y después con un palillo imitando la boca de su madre las crías iban abriendo el pico y comiendo. Las aguantábamos algunos días, pero se nos acaban muriendo casi todas, por lo que pronto dejamos de buscar nidos a los que muchos había que subir muy altos en el caso de los chopos con el peligro que eso conllevaba.

              


También en primavera cuando salían las crías de los "gurriones" (también había muchísimos) íbamos a los empelterías que hay más cerca del pueblo: la del Cerrado y la empeltería del Pedrola que estaba situada detrás de lo que es ahora el chalet de Berniolas. El sistema para poder coger a los "gurriones" de primer vuelo (los llamábamos a los de a punto de escapar) era oírlos cuando cantaban en un olivo y después encorrerlos de olivo en olivo hasta que se cansaran. Tampoco es que cogiéramos muchos pero era otra diversión de los chicos en aquellos tiempos.


Y hablando de "gurriones" otro sistema que nos enseñó un hombre de Barcelona, fue que cuando los gurriones que había en el pueblo, cuando se iban a dormir a la tardada en los muchos agujeros que existían en las fachadas de las casas, con una cesta pequeña hecha con tela metálica y atada a una larga caña en la punta, llegabas hasta el agujero movías un poco la cesta y entonces el "gurrión" se asustaba y al salir volando caía en la cesta. Después había que bajar toda la pared con la cesta bien pegada porque si no se escapaba. 


Toño

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